Turismo rural Islandia, un artículo de Jordi Pujolà, escritor español en Reykjavik, con el soporte de Icelandic Mountain Guides. Consulta las excursiones por Islandia con vídeos, fotografías y precios en este enlace. Descuentos del 15% en las excursiones código JORDI20.
Para empezar, mira todo lo que puedes hacer en Islandia.
En verano, a los islandeses les gusta quedarse en Islandia, montarse en sus auto-caravanas y, sobre todo, hacer camping. Un verano sin camping no es verano para ellos. Las vacaciones al extranjero (Barcelona, Canarias y Alicante) se dejan para el invierno. Pero ¿a qué partes de la isla van que no aparecen en los mapas turísticos?
En este blog os iré informando de estos secretos. Soy un espía a vuestro servicio. Os podéis suscribir al blog en el margen derecho.
Turismo rural Islandia o casas de verano
Es increíble lo que puede dar de sí un fin de semana en una casa de verano (las famosas sumarbustaðir, típico destino de turismo rural Islandia, alejadas de las hordas de turistas) a la orilla de Hvalfjörður (el Fiordo de las ballenas), a solamente 40 minutos en coche desde la capital, Reykjavik.
Y la Cueva de lava y baño termal.
El verano en Islandia es corto, pero os aseguro que se aprovecha hasta el último resquicio de sol. La gente sale a la calle en manga corta (las temperaturas oscilan entre 12 y 22 Cº), comen al sol y acuden en masa a los conciertos al aire libre que se celebran por toda la isla. Sí, al estilo del documental Heima del grupo de música Sigur Rós, que por supuesto os recomiendo encarecidamente. Podéis escuchar una de las canciones más famosas en el vídeo de mi novela.
La noche cultural de Reyjavik en este enlace, incluye conciertos y maratón.
El año que los pescadores se quedaron sin fiesta
El fin de semana loco o Þjóðhátið, como lo denominan los islandeses, se celebra el uno de agosto. El motivo es la conmemoración de los mil años del asentamiento de Islandia. La historia cuenta que en 1874 los pescadores de las islas del sur no pudieron acudir con sus barcos a la isla principal por mal tiempo y tuvieron que celebrarla por su cuenta en Vestmannaeyjar; la fiesta fue tan sonada que, desde entonces, se trasladó allí.
No obstante, este festival está dedicado a los más jóvenes. El turismo rural Islandia del que os hablo, hoy en día, está presente en todo el país y es apto para todas las edades.
Desde el principio del viaje, sabía que íbamos a pasar unos días estupendos, en compañía de familia y amigos, porque el sol brillaba en lo más alto; los días seguían estirándose hasta media noche y los niños jugaban libres alrededor de las casas de verano que hay a lo largo del fiordo (tanto que casi te olvidas de ellos), que se llama de las ballenas porque hay en abundancia; y también focas.
Ritual vikingo
El sábado por la tarde, después de un ligero paseo y un baño en el jaccuzzi, empieza el ritual vikingo. Los dueños de la casa asan un cordero entero a la forma tradicional: con las brasas abajo y una manivela para darle vueltas. Todos nos vamos turnando, puesto que es un proceso que dura varias horas; pero lo más divertido es la tertulia, las cervezas y el olor a barbacoa que sale de todas las casas y se funde en el cielo. El emplazamiento del fiordo es ideal. Pulsa aquí para ver un viaje por los fiordos del oeste.
Nosotros nos encontramos en la orilla sur y se divisa perfectamente la del norte, muy cerca de las montañas. Las casitas de madera con tejados de colores en las que nos alojamos no desentonan en absoluto con el paisaje. Si cierras los ojos, escuchas el rumor de un riachuelo, infinidad de pájaros y algún perro ladrando. La vegetación brota con fuerza; las lluvias de primavera han cambiado el escenario. Ya no queda rastro de nieve excepto por algunos casquetes en los picos más altos.
La cena
Cuando la carne está lista nos sentamos a la mesa del porche y la acompañamos de ensalada de lechuga, pepino y tomates islandeses, patatas, también de la tierra, boniatos y una salsa que se prepara con champiñones, queso a la pimienta y crema de leche. Evidentemente se abren muchas botellas de vino tinto y a más de uno se le suelta la lengua y empieza a recitar historias disparatadas que, al caer la noche, dan paso a otras de troles, elfos y más criaturas de la mitología islandesa.
Algunos islandeses creen a pies juntillas en ellos. Dicen que casi nadie puede verlos porque se hallan a otro nivel energético. Estas sagas me interesan mucho desde mi punto de vista de escritor. Entre el jolgorio y la excitación colectiva, con los niños todavía yendo de casa en casa y jugando, miro al cielo y ya solo veo el sol reflejado en la montaña más alta, es de un color verde parduzco y está despoblada de árboles.
Desde la pequeña extensión de tierra que nos encontramos, todavía parece más imponente. Me emociono. Trato de que no se me note y me levanto. Es el vino. Es hora ponerme mi jersey de lana tradicional islandés lopapeysa. Y entonces me digo: «Qué cosas, aún estando a solamente 4 horas de vuelo de distancia, hay muchas diferencias entre España e Islandia. En Barcelona —mi ciudad natal— nadie se vestiría un jersey de lana en agosto ni se pondría a comer bajo las inclemencias del sol».
Turismo rural Islandia: la hoguera
Tras la cena, todo el vecindario se dirige a una explanada frente al mar. El agua es una balsa de plata y las únicas ondas las crean una manada de patos. La madre en cabeza y los peludines en fila. Hay una gran pila de troncos, arbustos, muebles viejos, etc. Alguien enciende la mecha y todo empieza a arder emitiendo los típicos soplos y crepitares. Todavía es de día y el humo se dirige de nuevo hacia el cielo y los pájaros deben de pensar: «Otra vez esos humanos locos».
Turismo rural Islandia: la fiesta continua
Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos otra vez en el porche de la casa, todos juntos, gran familia. Parece la Toscana escandinava. Los niños apenas paran, comen algo para repostar y siguen saltando en una colchoneta elástica circular (que aquí llaman trampolin) hasta tocar el cielo, que sigue brillando. Yo voy hacia allá y salto con ellos, pero me caigo y se tronchan de risa.
No hay nada como el verano en Islandia cuando hace buen tiempo. Todo el vecindario está de buen humor y miro a los vikingos y tienen los mofletes colorados por la comida, bebida y el sol. Sus ojos, azul cobalto, reflejan una chispa especial.
A la tarde hacemos una caminata, esto no puede fallar. Seguimos el fiordo entre el agua y la ladera. Los coches que pasan por la carretera de encima parecen miniaturas y las montañas gigantes. Ahora que todavía las barbacoas no han empezado a funcionar, el olor de las flores y las plantas es perturbador. Mejor que cualquier perfumes: es dulce, tan pesado que puede sopesarse con una mano y contiene ensalmos chamánicos. A esto yo lo llamo turismo rural Islandia.
Las cosas hay que disfrutarlas, no acumularlas
Me rezago del grupo a propósito para hacer unas fotografías y pensar. Hace un momento alguien dijo que le gustaría comprarse una de estas casitas de madera aquí, en el fiordo. Sin embargo, creo, aunque únicamente es mi punto de vista, que estamos demasiado obsesionados con la posesión de las cosas. Lo importante es disfrutarlas. La prueba es que cuando te mueres, las tienes que dejar. ¿Para qué comprar si la puedes alquilar un fin de semana y guardar el dinero para otras cosas?
Cuando era un directivo de la inmobiliaria en Barcelona, conocí a muchos clientes que, obsesionados por vivir en cierta calle, por ejemplo Rambla Catalunya, invertían todos sus ahorros y constituían una hipoteca por el resto de sus vidas para comprar un piso. Admito que a mí también me gustan este tipo de avenidas, pero ¡las calles son de tod@s y aún podemos sentarnos en la terraza de un bar con un libro, el mío, si puede ser (información sobre mi libro), y tomarnos un café. De esto, nadie puede privarnos; como ir al chiringuito de la playa y gozar de las mejores vistas del mar o hacer la caminata de Landmanalaugar y pasear entre las montañas. Dura 5 días con alojamientos en 5 albergues de montaña diferentes. Una aventura única.
Turismo rural. No hay tiempo para nuestras aficiones
Lo peor de todo es que ese ansía por poseer y comprar nos lleva a arruinar nuestra salud y a escatimar tiempo a nuestras familias, amigos y aficiones. Nadie tiene tiempo de dedicarlo a las cosas que realmente le gustan. Nadie se atreve a dar el paso porque tiene demasiadas responsabilidades contraídas como las dichosas hipotecas. Siempre digo: la vivienda, al igual que la electricidad, el gas, el agua, etc., son derechos constitucionales que debería de subvencionar el estado con los impuestos (mira mi charla en La Casa del libro). Pero podéis visitar en este blog otros artículos en los que hablo de esto.
La diferencia entre un millonario y la clase media
Realmente hay muy poca diferencia entre un millonario, que siempre tiene dolores de cabeza y acostumbra a tomar decisiones que muchas veces perjudican a millones de personas y al medio ambiente, y una persona de clase media que tiene las necesidades básicas cubiertas y un poco más.
El ejemplo que siempre pongo es el siguiente: la persona de clase media puede comprarse un coche, una casa, un reloj e incluso un barco; y el millonario tres o cuatro (o más). ¿Pero dónde está la gracia? Cuando tienes tanto, no disfrutas nada, no le das importancia. Has perdido las ilusiones.
Lo más importante es lo que no se ve
Llego a esta conclusión: lo más importante es lo que no se ve. El amor, la libertad, la compasión, el buen humor, la energía de la Tierra y de los seres vivos… ¿Es que todavía hay gente que piensa que no hay vida bajo los océanos porque no se ve el fondo? ¿Y en el espacio? Más reflexiones en mi novela Necesitamos un cambio. El sueño de Islandia de Eds. Camelot.
Turismo rural, el concierto
Al final de la caminata volvemos a la casa, abrimos unas botellas de vino blanco y cocinamos unos salmones enteros a la barbacoa. Están divinos. Más tarde nos dirigimos a la parte del fiordo donde se emiten los conciertos. El improvisado escenario está a la orilla del mar y los espectadores nos sentamos en la ladera de la montaña con algunas mantas. Los niños siguen jugando, veo a un vendedor de cervezas ambulante con un casco vikingo, un barco pesquero pasa por delante muy despacio, con una luz verde en proa y otra roja en popa… esta es una buena forma de disfrutar del turismo rural Islandia.
No os perdáis más artículos y recomendaciones de Islandia en mi blog.
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Turismo rural Islandia, un artículo de Jordi Pujola y Icelandic Mountain Guides (viajes guiados y super jeep)
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