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Fiordos oeste Islandia

Fiordos oeste Islandia y la isla de Flatey, un artículo del escritor español Jordi Pujolà. con la colaboración del líder de viajes en Islandia Icelandic Mountain Guides.

Los Fiordos Oeste Islandia

En primer lugar, llevo cinco años viviendo en Islandia y desde el 1999 visitando la isla. Los fiordos del oeste están en la cabeza del cordero. Fijaos en el mapa: ¡Islandia parece un cordero!

Y la zona norte de Ísafjörður está en otro artículo.

Mientras las hordas de turistas se dirigían hacia el sur, yo iba con mi familia a los fiordos oeste Islandia. La experiencia no pudo ser más gratificante.

Para empezar, os relato el viaje de acuerdo con las 5 etapas que hicimos.

También mis excursiones favoritas en Islandia.

Un caballo en un barco

El primer día salimos en coche desde Reykjavik en dirección a los fiordos del oeste en Islandia. Pero, primero, fuimos a la isla de Flatey. Así pues, una vez en el norte de la península de Snæfellsness, cogimos el ferry y metimos el coche. Me senté en un banco de cubierta. El aire fresco me despejó, sin embargo, no hacía frío.

Luego, pasamos entre varios islotes donde se agazapaban los pájaros y también vi una aleta negra que apareció y desapareció fugazmente. Una gaviota que volaba al ras del agua, a más velocidad que el barco, nos adelantó. El casco surcaba la superficie y, aquí y allá, se levantaban unas pequeñas olas que automáticamente se desvanecían.

Con todo, el impresionante fiordo de Breiðafjörður, que tantas vidas de pescadores se ha cobrado, estaba tranquilo. Hasta el caballo que viajaba con nosotros, en una pequeña jaula descubierta, parecía disfrutar de la travesía. Si un caballo está con nosotros, nada malo puede pasar.

Flatey, escala de camino a los fiordos oeste Islandia

Al cabo de dos horas, atracamos en la isla de Flatey, un peñón de 2 km de largo y 1 de ancho. A propósito, me trajo a la memoria el de Perejil. Cuentan que en invierno las condiciones meteorológicas son tan adversas que solo viven cinco personas y un gato en la isla. Por el contrario, en verano parece un cayo del Caribe, con calles sin asfaltar y unas pocas casas agrupadas en una cañada.

Al desembarcar, una pequeña comitiva de islandeses esperaba a sus familiares y se mezclaba con los turistas que tomaban fotos del anciano que ayudaba a amarrar el barco con una baqueta. Al principio, todo parece muy antiguo. Unos barracones oxidados, depósitos de gasóleo y un generador eléctrico me desanimaron. No hay red de agua potable, la transportan en barco.

Un pueblo con mucho encanto

Sin embargo, a medida que caminamos y dejamos el puerto atrás, vimos casas pintorescas como la del médico, la biblioteca, la iglesia y su cementerio y algunas embarcaciones varadas en la arena. Las aves pasaban graznando como en la era prehistórica y las ovejas, con los vientres hinchados como alforjas, balaban y pastaban relajadamente a orillas del mar. ¿Qué comían? Pues algas. Toda la isla olía a algas y a brea. Después, tras un pequeño montículo, apareció un grupo de casas de una planta, tejados de colores brillantes y revestimiento de hierro ondulado. En esta ocasión, me dio la impresión de avistar un pueblecito de Groenlandia, como el de la película La vida secreta de Walter Mitty, que en realidad se filmó en Islandia.

Hotel Flatey, camino de los fiordos oeste Islandia

El hotel Flatey, donde nos alojamos, es una de dichas casas, romántica y melancólica. Asimismo, la decoración y mobiliario es de estilo danés del siglo XIX. La vibración que sentí erizó mi piel. Cerré los ojos, me quedé en silencio y pensé en todas las generaciones que habían pasado por allí. Las paredes de tonos pastel, el suelo y las vigas de madera eran como un libro abierto.

Más tarde, dejamos el equipaje en la habitación y salimos a dar un paseo antes de la cena. Era verano y todavía no había oscurecido. La casa de enfrente tiene tejado de turba, como las de los vikingos. Del porche de otra casa, orientada a la costa, escuchamos unas risas, el entrechocar de unas copas, pero rápidamente se las llevó el viento. Había una pequeña parada en el camino. Una niña vendía unos palos con una borla pegada en el extremo y, antes de que preguntara para qué servían, mi hijos —de 7 y 9 años— ya habían sacado unos del cubo. «Son para espantar kría. Os dirigís a la zona donde están alimentando a los polluelos. Si no mueves el palo alrededor, te pican en la cabeza». «Nos los quedamos», le contesté con decisión.

Fauna y paisaje de una zona virgen y desconocida

Proseguimos hasta un cartel con una advertencia: «Prohibido el paso, aves ovando del 15 de mayo al 15 de julio». Debido a que era agosto, continuamos con precaución, sin dejar de mirar al cielo.

En resumen, kría —charrán o gaviotín ártico— es un ave migratoria que recorre distancias increíbles —una media de 70.000 km al año—, va del Polo Norte al Polo Sur, pasando por Islandia, África y Sudamérica. Su aspecto es el de una golondrina entre grisácea y blanca con la cabeza negra y el pico anaranjado. Lo cierto es que encontramos a varios polluelos por el camino. Vimos en directo como las madres traían peces y se los metían en la boca. Después, se lanzaron en picado hacia nosotros, por intrusos, y salimos corriendo

Gastronomía fiordos este Islandia

Ya en el comedor del hotel, con la misma calidez que el resto de la casa, nos sentamos a la mesa. La cena fue excelente. Nuestro menú, a base de productos locales, consistió en mejillones, trucha, cordero y tarta de chocolate. Recuerdo que, más tarde, bajamos al sótano donde los fines de semana abren un bar y también estaba animado. Escuchamos un poco de música y tomamos una copa de vino —los niños una naranjada—, luego volvimos a la habitación. Yo me había traído varios libros…

Fiordos Oeste Islandia parte 1. Lee la parte 2. Y suscribíos en la columna de la derecha para que os llegue el aviso por e-mail.

Para finalizar, preguntas frecuentes sobre Islandia.

Y recuerda que también tengo un canal youtube con muchos vídeos de Islandia.

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